miércoles, 1 de febrero de 2017

Aullidos y sangre en el tren

Estos días puede verse en las plataformas digitales la película británica Howl (2015, Aullido) que, como la referida en el post anterior, combina trenes y terror. Se trata de una producción encarada directamente al mercado de video y telefilme del director Paul Hyett.

El protagonista es un revisor de tren que, al llegar con su servicio a la estación londinense de Waterloo, recibe dos malas noticias: que le han denegado un ascenso y que debe doblar turno en un tren nocturno a Innsbruck. La parte femenina la encarna una amiga suya que es la encargada del carrito de los refrescos en el tren. Es noche de luna llena, el tren se detiene porque ha atropellado un venado, el maquinista baja a hacer una inspección ocular y desaparece, no hay cobertura telefónica en la zona, unos extraños seres aúllan alrededor del tren…


Ajustándose al mismo esquema que utilizan Train to Busan y tantos otros filmes, el guion se basa en el terror que produce los ataques de los monstruos y en las distintas reacciones de los viajeros ante la amenaza y la necesidad de cooperar y ayudarse los unos a los otros. Nada nuevo bajo el sol, la película tampoco es gran cosa, pero tiene un cierto interés para el aficionado ferroviario.


Ante todo, resulta simpático ver a los trenes de South West Trains disfrazados de la supuesta compañía Alpha Trax, pero conservando sus colores habituales, no en vano se usaron como localización las estaciones de Waterloo y de Croydon. El convoy que supuestamente va a Innsbruck tiene los asientos longitudinales, como si de un cercanías se tratara.


Cuando el tren se detiene por el atropello del animal, representa que el personal no tiene manera de comunicarse con el centro de control, pasa la noche entera y nadie acude a ver qué le ocurre al tren que no ha llegado a la estación siguiente cuando se le esperaba. En definitiva, una acabo sonriendo y meneando la cabeza. Sin embargo, la película tiene algo de encantadora, tanto por lo ingenua, como porque recuerda el ambiente de las de la época del profesor Bernard Quatermass.