jueves, 16 de junio de 2016

Mujeres que ven dramas por la ventanilla del tren


Cuando se viaja en tren cómodamente sentado junto a la ventana suele haber, al menos, tres opciones: contemplar al resto de viajeros, mirar el paisaje por la ventanilla o leer un buen libro. Las tres protagonistas de la entrada de hoy decidieron mirar por la ventanilla y se metieron en líos.

En 1945 el director americano Charles David dirigió la película The Lady on a Train (La chica del tren) protagonizada por Deanna Durbin. El guión se basó en un relato de Leslie Charteris, conocido por su serie sobre Simon Templar “el Santo”. Una mujer viaja en tren y es testigo desde la ventanilla de su compartimiento de un asesinato en un edificio próximo a la vía. La policía no le hace caso y la joven recurre a un popular escritor de novelas de misterio para que le ayude a resolver el crimen.


Agatha Christie publicó en 1957 la novela 4.50 from Paddington (El tren de las 4:50). Una amiga de la entrañable miss Marple ve desde la ventanilla de su compartimiento un asesinato que se produce en el tren que en aquel comento está circulando en paralelo con el suyo. La policía da poco crédito a su denuncia y será la inefable anciana quien resuelva el misterio. Las similitudes entre los dos argumentos son más que evidentes por mucho que el primero se sitúe en la colonia rebelde y el segundo en la metrópoli. Hay varias versiones para el cine y la televisión de este relato. La más reciente es de 2004, dirigida por Andy Wilson y con Pam Ferris en el papel de Elspeth McGillicuddy.


Con un título muy parecido al de la película de Charles David, The lady on the train (La chica del tren), la escritora británica Paula Hawkins consiguió un bestseller en 2016. De nuevo, la protagonista es una mujer que viaja en tren y mira por la ventanilla. En este caso, la protagonista coge cada mañana el mismo tren de cercanías, que hace la misma parada ante la misma luz roja. Cada mañana ve a una pareja desayunando en su casa, les pone nombres y fantasea sobre ellos hasta que llega un día que ve algo que desencadena el drama.
El tren se vuelve a poner en marcha con una estridente sacudida, la pequeña pila de ropa desaparece de mi vista y seguimos el trayecto en dirección a Londres con el enérgico paso de un corredor. Alguien en el asiento de atrás exhala un suspiro de impotente irritación; el lento tren de las 8.04 que va de Ashbury a Euston puede poner a prueba la paciencia del viajero más experimentado. El viaje debería durar cincuenta y cuatro minutos, pero rara vez lo hace: esta sección de las vías es antigua y decrépita, y está asediada por problemas de señalización e interminables trabajos de ingeniería.
El tren sigue avanzando poco a poco y pasa por delante de almacenes, torres de agua, puentes y cobertizos. También de modestas casas victorianas con la espalda vuelta a las vías.
Con la cabeza apoyada en la ventanilla del vagón, veo pasar estas casas como si se tratara del travelling de una película. Nadie más las ve así; seguramente, ni siquiera sus propietarios las ven desde esta perspectiva. Dos veces al día, sólo por un momento, tengo la posibilidad de echar un vistazo a otras vidas. Hay algo reconfortante en el hecho de ver a personas desconocidas en la seguridad de sus casas.

Ya saben, si quieren evitarse problemas, suban al tren con un buen libro o una buena película en la tableta, incluso pueden escoger una obra en la que una mujer mire por la ventanilla del tren en que viaja.

miércoles, 1 de junio de 2016

Cantando a las estaciones


La lista de canciones de tema ferroviario es enorme, pero no son tantas las que hablan de una estación o reflejan el ambiente de alguna de ellas. Las encontramos en todas las lenguas y con todo tipo de temas. He aquí cuatro ejemplos de lo más dispar. Las tres primeras son convencionales, no se pierdan la sorpresa de la última.

Johnny Cash puede encabezar la lista con Destination Victoria Station, un tema de 1975 que se inscribe en la larga tradición de música country de tema ferroviario.
De pie en la estación
estoy mirando los paneles
Los indicadores no dicen nada
que aligere mi pesar
Es su destino Victoria Station?
Donde los trenes van y vienen
Donde los trenes van y vienen
El nombre de su padre era Casey
ella vivía vía bajo
Sé que nació para vagar,
pero yo creía que volvería
Destino Victoria Station.
Donde los trenes van y vienen
Donde los trenes van y vienen
Destino Victoria Station.
Le pregunté a un viejo revisor
que llegó de la costa:
¿Vió a una señorita menuda
que parecía como si me echase de menos?
Destino Victoria Station.
Donde los trenes van y vienen
Donde los trenes van y vienen

Unos años antes, en 1967, el cantautor francés Léo Férre incluia la canción Les gares, les ports en el álbum Cette Chanson, que crea un ambiente completamente distinto. La letra tiene un punto de surrealismo y sorprenden las referencias a la SNCF y a la RENFE.
Las estaciones son estúpidas
excepto para la vista.
En el humo,
ciudades perdidas
y pañuelos
que extienden su nariz
a las despedidas
a lo largo de los andenes
Las estaciones son estúpidas
S.N.C.F.
Yo prefiero los trenes
de la R.E.N.F.E.
y los libros
que no tienen horario
que pasan bajo la
luz familiar.
(...)
 Y ya que el cantante francés ha citado a la Renfe, cruzamos los Pirineos. En 1980 el también cantautor Joan Isaac grabó A l’Estació de França en su LP Barcelona Ciutat Gris. Ahora la letra tiene la clara intención de presentarnos la estación como un escenario donde se refleja fidedignamente el pulso social de la ciudad. Puede escucharse aquí.

En la Estación de Francia
hay humo y vías muertas,
y dos marinos que huyen
con paso angustiado.
Hay amantes que se despiden
y alguien que vuelve a casa
y gente del sur que parte
a buscar la suerte.
(...)
En la Estación de Francia
hay putas que se pasean,
y gente que viene de Argelia
que se vende la sangre y el nombre.
Hay contrabandistes
que muestran mil Relojes,
perfumes venidos de Asia,
cartonés de tabaco rubio.
Y para acabar, una canción desaforada en español que puede herir la sensibilidad del aficionado ferroviario. Se trata del tema Demolición, de 1964, de Los Saicos. Este curioso grupo peruano tuvo una vida artística muy corta, pero fue considerado precursor del punk. Demolición se convirtió en un referente del rock peruano que no ha dejado de ser versionado por bandas de todo el mundo, incluidos ellos mismos cuando se reencontraron para tocar en los años diez. El tema reza tal que así:
Ta ta ta tatattayyayayayayayyaa
echemos abajo la estacion del tren
echemos abajo la estacion del tren
echemos abajo la estacion del tren
echemos abajo la estacion del tren
demoler demoler demoler demoler
echemos abajo la estacion del tren
demoler demoler la estacion del tren
demoler demoler la estacion del tren

Uno se pregunta qué mala experiencia tuvieron estos chicos con el ferrocarril, en cualquier caso puede encontrarse aquí en su versión original.