martes, 7 de febrero de 2012

Bicentenario del nacimiento de Charles Dickens


La obra de Charles Dickens (1812 – 1870) ha contribuido a conformar la imagen que tenemos ahora de la Inglaterra victoriana, un paisaje literario que incluye la expansión del ferrocarril. En Dumbey and Son (1848, Dumbey e hijo), la familia protagonista está relacionada con el negocio ferroviario y, cuando describe la irrupción en Londres de la trinchera entre Camden Town y la estación de Euston, el novelista utiliza frases cortas y expresiones que percuten en el lector como las herramientas que abren la zanja:

Se aleja con un chillido, un aullido, un ruido metálico, excavando su guarida entre los hogares de los hombres, zumbando por las calles, iluminando los prados por un momento, horadando la tierra húmeda, bramando en la oscuridad y el aire espeso, con un chillido, un aullido, un ruido metálico, a través de los campos, a través de los cereales, a través de la paja, a través del forraje, a través de la arcilla, a través de la roca, entre los objetos próximos, casi a tocar de la mano, siempre alejándose volando del viajero, a una distancia engañosa siempre moviéndose en su interior, como si siguiera los pasos del despiadado monstruo: la muerte.

La novela Hard Times (1854, Tiempos difíciles), repleta de referencias a la industrialización, tiene el ferrocarril de fondo. El guardavías (1866) es un relato de fantasmas ambientado en la caseta de señales de la boca de un túnel. En el relato Mugby Junction (1866) se describe el ferrocarril como un fenómeno colectivo que envuelve a hombres y a máquinas.

Entonces se oyó un lejano tañido de campanas y resoplido de silbatos. Después, cabezas de hombres cómo muñequitos asomándose a las ventanas y escondiéndose otra vez. Después, prodigiosas hoces de vapor comenzaron a afeitar la atmósfera. Después, algunas locomotoras comenzaron a dar alaridos y a moverse en diversas direcciones. Después, llegó un tren. Después, se vieron venir dos trenes más, pera se detuvieron antes de entrar. Después, el tren se dividió en trozos. Después, locomotoras de maniobra los movieron. Después, las locomotoras unieron los trozos de tren y se marcharon con el tren entero.

Se ha aducido en múltiples ocasiones que Dickens no veía el tren con buenos ojos, pero quizá sea más exacto considerar que, en su mirada crítica sobre los efectos no agradables de la industrialización, lo utilizó como símbolo de la desaparición de la Inglaterra idílica de su infancia.

[Ilustración: Scharf, George - The Birmingham Railroad in Progres on the Hampstead Road (1836)]